domingo, 12 de octubre de 2008

Algo de Bernhard Bueb


Es el autor de "Elogio de la disciplina". Un pedagogo que reflexiona sobre esta generación de padres permisivos que está criando a una generación de hijos consentidos en Europa. Su objetivo se resume en rebatir el "yo, todo y ¡ya!" que preconizan muchos jóvenes europeos.


Aunque parezca que no va dirigido a los docentes, no es del todo cierto. Los docentes -sufridos docentes- tienen que tragar en las aulas el resultado de la educación de muchos padres que desconocen el significado de la palabra autoridad.


Me ha gustado especialmente la respuesta a un interrogante. Una buena oportunidad para que opinen los jóvenes que frecuentan este blog. Y una autocrítica para los no tan jóvenes.



"¿Cuál es la clave del éxito que garantiza, en lo posible, el futuro de los hijos?


El principal objetivo de la educación es darles seguridad en sí mismos para que puedan emprender su camino con independencia.


Eso lo conseguimos armándoles contra los riesgos del bienestar y los medios.


¿Cómo? Dándoles mucho cariño; y con tiempo, humor y disciplina.


Los niños necesitan adultos que no eludan responsabilidades y quieran ser modelos de referencia."

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Independencia. Cierto.
Desde que nacemos nos pasamos el día midiendo a todos los que están a nuestro alrededor. Los límites... eso es lo que pretendeos encontrar. Queremos saber hasta dónde podemos llegar y sobre todo, hasta dónde nos permitirán llegar.
Si se establecen bien los límites no solemos traspasarlos. Hasta que llega el momento en el que ya no se ajustan a nuestra edad.
Pero sí. Para ser independientes los necesitamos. Y cuando se hace bien, crecemos bien. O eso creo.
Un saludo,
Carmina.

sunsi dijo...

"Si se establecen bien los límites no solemos traspasarlos". Caramba, Carmina. Afirmación inusual para una persona joven como tú.
Estoy por enmarcar tu comentario.

Chapó.

E.J. ¿Tú no comentas? No paso a l siguiente post si no dejas rastro.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en la necesidad de establecer límites aunque creo que traspasarlos es también educativo. El problema es la generación de padres que corren a proteger a sus hijos para que no tengan que afrontar las consecuencias de sus actos y así sube una generación de niños con intolerancia a la menor frustración. En mi opinión.

sunsi dijo...

Creo que con el hecho de que los traspasan ya se cuenta. Cometen errores y aprenden de sus errores. Pero ojo qué límites traspasan. Algunos les puede costar la vida..alcohol, drogas... También es mi opinión.

Pero estoy completamente de acuerdo contigo con el tema de los padres que no dan la oportunidad a los hijos de que asuman las consecuencias de sus actos. Conjugar la libertad y la responsabilidad les lleva a equivocarse. Entonces estamos los padres, que reconducimos al hijo para que analice en qué y por qué se ha equivocado.

¿Dónde está E.J.?

Anónimo dijo...

¡Estoy aquí, estoy aquí! Perdona por no aparecer antes, Sunsi (y gracias por preguntar por mí :)). Es que llevo unos días algo "a tope" de trabajo y hasta hoy no he tenido tiempo de entrar y escribir… Pero ahora que tengo tiempo, por supuesto que comento…

Garantizar el futuro…¡ufff! Es algo prácticamente imposible. Nunca se sabe qué complicaciones pueden aparecer… Claro que los padres sí pueden dar a los hijos algún arma, algo con lo que puedan salir a enfrentarse con el futuro.

En mi opinión, lo más importante para conseguir darles a los hijos seguridad en estos tiempos es la propia seguridad de los padres. Seguridad en aquello que hacen, en aquello que quieren inculcar al hijo. Dicho de otra manera, coherencia. Vivimos en una época en la que parece pesar más la opinión de los recursos mediáticos que la de los propios padres. Y las convicciones de los hijos (e incluso las de los padres) corren el peligro de ser desestabilizadas.

Aún recuerdo la respuesta de mis padres cuando les pedía algo que “todo el mundo tenía” (seguro que a más de uno le suena).
“-¿Todo el mundo?”, “-Bueno, la mayoría de la gente de mi clase sí”. “-Y si la gente de tu clase se tirara por la ventana, ¿tu también lo harías?”. Esa era una respuesta que me sacaba de quicio. No lo entiendo, ¿qué tendrá que ver una ventana con lo que le estoy pidiendo? Es más, ¿acaso a alguien se le ocurriría saltar por la ventana? Lo que sabía, y quizá por eso me molestaba la respuesta, era que eso era un NO rotundo, del tipo “no admite réplica”. Porque en algunos casos, hay respuestas que no requieren argumentos, un simple “¡porque no!” es suficiente (y necesario).

Con el tiempo, uno va entendiendo mejor: quizá lo que a todo el mundo le parece necesario para sobrevivir, no lo es y mis padres tienen razón… Quizá estamos tan influenciados por los medios que sólo vemos lo que marca la moda… Quizá yo podría seguir mis propias convicciones (las de mis padres) y no ser un producto más de la moda… Y así, gracias a ese ejemplo inestimable de los padres, uno va formando su propio criterio, va desarrollando su sentido común, su fortaleza… Pilares sobre los cuales podrá edificar su independencia, su futuro.

Va creando una roca sólida, un punto de apoyo al que poder asirse y nadar a contracorriente.

sunsi dijo...

Gracias, gracias. Pensaba... ¿se la habrá tragadola tierra?Se te traga el trabajo, luego trabajas.

Pues mira, me has dado no un soplo de esperanza ... un huracán de esperanza. No es broma. Yo también digo lo de la ventana. Parece mentira lo mucho que nos parecemos según qué padres.

A veces necesitas oírlo desde el otro lado de la valla para no sentirte tan tan raro.

Muchas gracias por tu valiosa aportación. Me encanta leerte.

Besos