viernes, 5 de noviembre de 2010

La autoestima y las fichas de pocker.



Gracias, Belén. Un buen vídeo

martes, 25 de mayo de 2010

Asambleas de profesores...


Me ha llegado este correo. Lo cuelgo para conocimiento del profesorado y de la sociedad en general. Que se sepa qué piden algunos  docentes.

Me comunican compañeros de otros centros que están celebrando asambleas de profesores a fin de emitir un manifiesto en los siguientes términos:

1. Nos negamos a adelantar, como se pretende, el programa de gratuidad de libros (los de años anteriores están en perfecto estado y supone un despilfarro cuya justificación desconocemos) .

2. Pedimos la cancelación de compra de ordenadores para los alumnos de primaria (los del año pasado están aún guardados, sin saber qué uso darles).

3. Sugerimos la supresión de becas, ayudas y programas para alumnos de nulo trabajo e inaceptable rendimiento (supone sembrar en asfalto y desmotivar en el esfuerzo).

4. Solicitamos la supresión de los liberados sindicales y de las subvenciones a los sindicatos. Ha quedado demostrado que negociar con ellos es lo mismo que rubricar en papel higiénico.

5. Exigimos que al acuerdo marco firmado por tres años, se le dé la misma fuerza de ley que a un convenio colectivo.

6. Solicitamos la supresión de las Unidades de programas, los CEP, y los cursos promovidos por los sindicatos; pedimos que se potencie la formación del profesorado a través de internet y que se valoren los excelentes materiales cedidos de forma gratuita por los auténticos profesionales de la enseñanza y que en nada se parecen a los que nos ofertan.

7. Sugerimos que se supriman, por dos años, las actividades extraescolares subvencionadas.

8. Rogamos que se corte el despilfarro de las interminables pruebas de diagnóstico. La enfermedad la conocemos a la perfección a través de las evaluaciones (¡aterrador fracaso escolar!), lo hace que falta es poner el remedio .

9. Exigimos que se consensue, ¡de una vez por todas!, Una Ley Orgánica para la Educación que sobreviva a la alternancia en el poder de los dos principales partidos políticos, que se valore el esfuerzo de los alumnos y se potencie la dignidad y la autoridad de los profesores.

¡La primera reforma estructural pendiente en nuestro país es la educativa y si no se aborda con acierto, nunca se sentarán las bases para la capitalización del factor humano, el desarrollo tecnológico, la innovación, la productividad y en definitiva, el empleo!

jueves, 20 de mayo de 2010

Entrevista a Ken Blanchard... "Las buenas notas por sí solas forman malas personas"



Ken Blanchard, pionero del ´management´

por LLUÍS AMIGUET - 21/10/2009, para La Contra de La Vanguardia

(… )

"¿Cuánto tiene que cobrar un gestor o un político para no tener la tentación de robar?

Robar no es algo nuevo precisamente.
No, pero lo que sí es nuevo y preocupante es que todo nuestro sistema se fundamente en el fomento de la avaricia sin límites.

Tampoco la avaricia es novedad.
Pero antes se acumulaba para invertir y crear empleo – por eso los demás contribuíamos-,pero ahora se acumula sin ninguna relación con la economía productiva.

¿Por qué?
Porque nuestro sistema – desde preescolar hasta la jubilación-nos está educando para que confundamos nuestra autoestima con nuestros resultados. Y forma acumuladores compulsivos obsesionados con lograr resultados cuantificables: sueldo, cargo, méritos, carrera, bienes, coches, pisos… Esos números les dan la medida de su autoestima: creen que sólo son queridos en la medida en que consiguen esas cantidades de poder y dinero.

¿No ha sido siempre así?
Todo el sistema educativo se ha transformado en una máquina de calificar, seleccionar, segregar, categorizar, dar notas… Educar se ha reducido a hacer la selección de personal desde la cuna hasta el despacho de jefe. Y por el camino quedan los perdedores.

Tampoco me parece tan novedoso.
Es una perversión que nos condena a la obsesión de acumular y a la infelicidad. Así siempre necesitamos acumular más porque nos sentimos cada vez menos.

Tendemos a confundir valor y precio.
Se inculca la necedad cuantificadora: ha habido varias generaciones de obsesos por los resultados desde el parvulario.

¿Del parvulario a Wall Street?
¿Hay algo más egoísta que un bebé? ¿Hay alguien más centrado en sí mismo que un preescolar? ¿Y sabe por qué?

¿. ..?
Porque no se nace generoso: la generosidad se aprende, y no la estamos enseñando. Al contrario, enseñamos que sólo te vamos a querer – desde papá hasta el jefe-en la medida de lo que consigas puntuar, obtener, mandar…

Pues dependerá de cada colegio…
Esa obsesión conduce desde el aula con sus notas trimestrales hasta la obsesión empresarial por la presentación en bolsa de las cuentas trimestrales de resultados: un cortoplacismo que desincentiva la inversión a largo plazo, la que crea riqueza duradera y creciente.

No sé si veo la relación…
Todos los niños quieren aprender hasta que les empiezas a poner notas: los que suspenden acaban odiando el cole: ¿por qué clasificar a las personas por sus resultados desde la cuna? Esa es la receta segura para la avaricia y luego la desdicha: de los que suspenden y de los que acaban en Wall Street.

¿Acaso no haría usted exámenes ni presentaría resultados empresariales?
No me obsesionaría con ellos, porque sólo son un medio: no un fin. Los Maddoff del mundo son esclavos de esa mentalidad: vales lo que consigues y todo vale para conseguirlo. Millones de padres niegan el cariño a los hijos que llegan con malas notas…

¿Qué haría usted? ¿Darles una fiesta?
Si amo a mi hijo, separaré claramente mi amor por él de sus resultados escolares. Mi amor es incondicional: amamos a las personas porque son únicas y son ellas y después está lo que tienen, saben o pueden hacer.

Así usted incentiva la mediocridad.
Si sólo amo al hijo en la medida en que trae buenas notas o mete goles, le haré esclavo de los resultados: siempre necesitará más dinero, más poder y más triunfos para estar satisfecho consigo mismo. Cada día saldrá a la calle en busca de su mayor dosis de resultados. Y si no los logra por las buenas, es posible que lo intente por las malas.

¿Qué prefiere: tener un médico educado con exigencia y resultados o con mucho amor y ninguna exigencia?
Un médico obsesionado con los resultados y su carrera tendrá la tentación de utilizar a sus pacientes para acumular dinero o méritos. Será mal médico, porque el paciente debe ser el fin y no el medio de toda medicina. Cualquier profesional cuya autoestima no dependa tan sólo de acumular dinero o medallas acabará haciéndolo mejor.

Vivirá menos estresado seguro.
Tendrá la oportunidad de no depender de la acumulación cuantificable para medir y gozar de su propia autoestima: sólo así podrá ejercer su profesión convirtiendo a sus clientes en fines y no en medios.

Si no hay nota, ¿para qué esforzarse?
Se esforzará si sabe que es un ser humano al que se le ama porque es él y con esa confianza podrá ser generoso y devolver ese amor a los demás sin exprimirlos para obtener más resultados con que conquistar su admiración, que él confunde con ese cariño que se le escapa… Esa es la diferencia entre el líder que sirve y el líder que se sirve de los demás."

..............................

Creí que jamás lo vería escrito nunca.



viernes, 14 de mayo de 2010

"Desechando lo desechable" (II) Marciano Durán


"En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.

El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.

Y guardábamos.
¡¡Cómo guardábamos!!
¡¡Tooooodo lo guardábamos!!

¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!
¡¿Cómo para qué?!

Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares.

Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.

¡Tooodo guardábamos!
Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.

Y las cosas que nunca usaríamos.
Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.

Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.

Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.

Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uruguayos inventábamos la recarga de los encendedores descartables.

Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de paté o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.

¡Y las pilas!
Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa.
Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más.
No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables… eran guardables.

¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al cuadril!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cuadros, y los cuentagotas de los remedios por si algún remedio no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.

Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posamates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía “éste es un 4 de bastos”.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal.

Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.
Así como hoy las nuevas generaciones deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada… ni a Walt Disney.

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron “Tómese el helado y después tire la copita”, nosotros dijimos que sí, pero… ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.

Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.

Las primeras botellas de plástico -las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en adornos de dudosa belleza.

Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.

No lo voy a hacer.

Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.

No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.

De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.

Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo que la bruja me gane de mano … y sea yo el entregado.

Y yo…no me entrego."

Marciano Durán  2006 Enero

jueves, 13 de mayo de 2010

"Desechando lo desechable" (I) Marciano Durán


O la filosofía de lo que sirve sólo un rato...  Creo que alguna idea sí se puede rescatar. Infinitamente más educativo que el usar y tirar.

"Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.



Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.



¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.



¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.



¡Guardo los vasos desechables!
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!



Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!



¡Es más!



¡Se compraban para la vida de los que venían después!



La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.



Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.



¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.



¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?



Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.



El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.



El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!



¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!



Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)



No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.



Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo'.Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto.



Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.



Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Sí, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?



¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?"



miércoles, 12 de mayo de 2010

Otros tiempos y un poco de gramática.


Conchita me envía este texto. Fabuloso para nostálgicos, para quien quiera saber qué valía un peine y para enmendar unos cuantos gazapos que se nos han colado en nuestro idioma y deben LIMPIARSE para que no se FIJEN  y le roben ESPLENDOR.

CONTRA LA TONTUNA LINGÜÍSTICA, UN POCO DE GRAMÁTICA BIEN EXPLICADA.


Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo 45 años ( en mi caso 49) y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política. En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es "preescolar", mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" (sí, sí, de IGLESIA),la O de "ojo" y la U de "uña". Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba "El Parvulito", un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Parvulito, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.

En EGB estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos "matracas"), Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión (¡!) y Educación Física. En 8º. de EGB, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te suspendían.

En BUP, aunque yo era de Ciencias, estudié Historia de España (en 1º), Latín y Literatura (en 2º) y Filosofía (en 3º y en COU). Todavía me acuerdo de las declinaciones y de los verbos (poto, potas, potare, potabi,potatum, el verbo beber), de algunas traducciones ("lupus et agni in fluvi ripa aqua potaban; superior erat lupus longeque agni": el lobo y el cordero bebían agua en el rio; el lobo estaba arriba, lejos del cordero. Leí "El Quijote" y el "Lazarillo de Tormes"; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda...

Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura. Aprendí que se dice "Presidente" y no Presidenta, aunque sea una mujer la que desempeñe el cargo.

Y... vamos con la Gramática.
En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente". ¿Cuál es el del verbo ser? Es "el ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "-nte".
Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta",
independientemente del sexo (masculino o femenino) del que realiza la acción.
De manera análoga,
se dice "capilla ardiente", no "ardienta";
se dice "estudiante", no "estudianta";
se dice "independiente" y no "independienta";
"paciente", no "pacienta";
"dirigente", no "dirigenta";
"residente", no "residenta".

Y ahora, la pregunta del millón: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española ? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).

No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo romperlas todas) pero, por una vez, os propongo que paséis el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el violinisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompestisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto,el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!, o como diría la ministra, la "Miembra "...

SI ESTE ASUNTO NO TE "DA IGUAL", PÁSALO POR AHÍ, A VER SI LE TERMINA LLEGANDO A LA MINISTRA DE "IGUAL-DA".

domingo, 25 de abril de 2010

La orientación académica de nuestros hijos (Carlos Goñi y Pilar Guembe)

Me coje de lleno. Y ahora hay que atinar en el tipo de Bachillerato que ellos eligen; determina el Grado universitario al que pueden acceder. Así es el Plan Bolonia. Algunos ya han perdido de antemano el tren...

Repasando documentos, he encontrado este magnífico artículo de Carlos Goñi y Pilar Guembe. Reproduzco el final para centrar el tema. El principio es interesantísimo, pero lo dejo para otra ocasión.

"Orientar es señalar el norte. Para ello deberemos deshacer algunos tópicos que nos impiden llevar a cabo nuestra labor orientadora. Estos tópicos son:

"Elegir una carrera con futuro". Parece ser la premisa de toda buena orientación, sin embargo, hay que decir que no existen carreras con futuro, sino personas con futuro. Elegir unos estudios determinados porque están de moda, porque tienen muchas salidas, porque hay muy pocos que los cursan, en fin, porque tienen futuro es una buena razón si la persona en cuestión tiene las capacidades, muestra el interés y pone el trabajo que requieren. Es mejor ser bueno en una carrera que tener una buena carrera.

"Estudios fáciles y difíciles". Este tópico es aún más engañoso si cabe. Primero, porque la dificultad depende de muchas circunstancias, como las diferentes aptitudes, y, segundo, porque no sólo se ha de pensar en los estudios en sí, sino, sobre todo, en la vida profesional posterior.

"Uno hace lo que se propone". Y podríamos añadir: suponiendo que tenga la capacidad suficiente. Por eso, es muy bueno conocer las posibilidades reales de nuestros hijos. A veces nos vendría bien tener una visión objetiva, para eso están los tests de inteligencia general y factorial. Aunque el tesón es muy importante, en determinados estudios las aptitudes intelectuales pueden ser decisivas.

"Es tan listo que puede estudiar lo que quiera". ¡Cuidado! Está demostrado que a partir de la adolescencia, a la hora de sopesar aptitudes y trabajo, la balanza se inclina (dentro de un margen) hacia el segundo. Supuestas unas capacidades suficientes, el papel de los hábitos y técnicas de estudio, la capacidad de sacrificio, la buena organización, la motivación y el interés pasan a primer plano.

"Que sea médico como su padre". Quizá el error más grave en la orientación profesional sea utilizar este argumento. Puede que la profesión sea una "inclinación genética", pero no debemos olvidar que es el joven quien elige, no nosotros. Si avasallamos a nuestro/a hijo/a con nuestras preferencias, acabará por no saber siquiera si existen otras posibilidades. Si el padre o la madre es médico, o abogado, o ingeniero, o tasador, seguramente de esas carreras será de las que menos se tenga que hablar, porque son un referente continuo.

"Que estudie lo que quiera". Elección sin deliberación. Dejación de nuestro compromiso en su orientación. Hará la carrera que quiera, por supuesto, pero hay que ayudarle a descubrir qué es lo que quiere. Muchas veces confundimos la orientación con el intrusismo, y la libertad con la improvisación. Los padres y educadores no podemos tomar decisiones por ellos, pero podemos ayudarles a tomarlas.

Superar por elevación

Tenemos que enseñar a nuestros hijos a superar los problemas por elevación. En este tema son más prudentes de lo que cabría pensar y tienden a bajar el listón (no en todos los casos, claro está).

La elección de carrera suele ser su primer ejercicio real de libertad, en el que entra en juego la responsabilidad sobre su futuro, y acostumbra a generar en el adolescente un "miedo a la libertad" que se salda con una dejación de su decisión en manos de sus padres, sus compañeros o el ambiente.

Hemos de tener en cuenta que toda elección supone un riesgo y que educar es también una tarea arriesgada. Esto significa que nos tocará a nosotros realizar el esfuerzo por elevar sus miras y ayudarles a ver un poco más lejos.

Consejos prácticos

o Conocer las aptitudes intelectuales de nuestro hijo. Si nos tiene muy despistados podemos acudir a un psicopedagogo que aplique tests de inteligencia y factoriales.

o Tener en cuenta los rasgos de su personalidad. No es lo mismo trabajar en un laboratorio que cara al público, no es lo mismo ejercer la abogacía que ser delineante: requieren diferente talante personal.

o Averiguar sus intereses profesionales. Para ello debemos hablar mucho con él y observarlo. Si está muy confundido, un especialista nos puede echar una mano con la aplicación de tests vocacionales.

o Considerar la madurez de nuestro hijo. Hay algunos más fantasiosos que otros, más o menos realistas. En unos casos tendremos que quitarle los pájaros de la cabeza; en otros, empujarle a dar el primer paso.

o Contar con el mercado laboral. Observar las tendencias con tal de hacer una previsión sobre futuro. Nadie dispone de una bola de cristal para ver lo que pasará, pero sí hay datos que debemos tener en cuenta: la inmigración, las nuevas tecnologías, las opiniones de los expertos, etc.

o Ser realistas con la situación económica de la familia. Buscar becas, ayudas, trabajo.

o Plantear con tiempo la decisión. Sacar de vez en cuando el tema, buscar información, hablar con diferentes profesionales, solucionar dudas. Que no sea una decisión precipitada.

o Estar en contacto con el tutor. El colegio debe proporcionar también orientación profesional. Cada vez que asistamos a tutoría deberíamos abordar el tema, incluso dedicar una de las sesiones a hablar de ello.

o No olvidar que la decisión última la debe tomar nuestro hijo.

o No angustiarnos, pues no se trata de una decisión irreversible. Nuestros hijos también tienen derecho a equivocarse.

Por Pilar Guembe y Carlos Goñi.