sábado, 23 de agosto de 2008

Metiéndonos en harina.



"El factor más eficaz para educar es cómo es el educador;


el segundo lo que hace;


el tercero lo que dice.


Son importantes los consejos que se dan o las cosas que se mandan


pero mucho antes está lo que se hace,


los modelos que presentan,


las cosas que se valoran,


cómo unos y otros se relacionan entre sí.



Y hay personas que en esto son auténticos maestros, mientras que otros, por el contrario son un verdadero desastre"


(Romano Guardini)





Me detengo en en la primera "cápsula": "El factor más eficaz para educar es cómo es el educador;" ¿Es lo mismo dedicarse a la educación que ser educador? No, claro que no es lo mismo.


El educador transmite valores con su sola presencia. El respeto lo gana día a día -"golpe a golpe... verso a verso"- porque conoce bien su tarea ; lo que lleva entre manos es mucho más que la complicidad o el feeling con sus educandos.


El educador nunca sabe si lo que ha preparado servirá ese día para impartir la asignatura; las personas no son estatuas y los alumnos son personas.


El educador anima o corrige buscando la excelencia del educando. Pero anima o corrige ... En estas lides no practica la indiferencia.


El educador ve detrás de un examen un alumno que ha volcado sus conocimientos o su torpeza o su "dolce far niente"; un examen es algo más que un papel.


El educador no cuelga jamás su chaqueta de docente; la lleva puesta en el pasillo, en los descansos, durante las cuatro estaciones del año. Es la diferencia entre el ser y el estar.


El educador... Me paro aquí, consciente de que me dejo muchos ríos que desembocan en este Mar.


Gracias a todos los educadores que me enseñaron "las tripas" de la enseñanza. Un recuerdo a mi padre.

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