lunes, 29 de septiembre de 2008

Respuesta a la pregunta "¿Piensan los jóvenes?"



Carmina Álvarez ha redactado un artículo de opinión. Desde la perspectiva de una chica que ha empezado su primer curso en la Facultad de Humanidades, dice y lo dice bien claro:


El fin de la historia, el fin del arte.
Últimamente he estado pensando que ya no existen los libros. Los libros como los de antes. Asistiendo a las clases en la facultad de humanidades me doy cuenta de lo que me queda por aprender. Deambulo por pasillos y aulas, entre una masa informe de gente que recibe las mismas asignaturas que yo. Les observo detenidamente y no reaccionan ante lo que el profesor dice. Paseo la mirada entre setenta y siete cabezas poco interesadas que al parecer no poseen ni una pizca de curiosidad. Son setenta y siete cerebros pasivos.


Oyen de boca del profesor: “el arte ha muerto”; lo escuchan, se lo creen. Nada más salir de los labios del sabio de turno lo interiorizan. No se preguntan al respecto. El objetivo del docente ha caído en saco roto. Oyen: “la historia ha muerto, la historia es ficción” y la única respuesta es un rotundo silencio.


Y digo que ya no se escriben libros como los de antes porque ya no hay objetivos como los de antes. Ya nada es como antes. Antes. Ese tiempo que no viví pero del que veo los frutos. Pero entre mi generación sólo hay indiferencia, son una gran cantidad de individuos sin brillo, sin distinción. Ese fulgor en los ojos, el resplandor de la inteligencia aprovechada no existe ya.


Hace unos días me dijo- un castellano, de Castilla- que la esencia del conocimiento es el desconocimiento, que saber lo que se ignora es aprender a saber. Y habló de los libros de antaño, habló del Quijote y de lo absurdo de escribir un libro que no podría ser leído, porque el ochenta por ciento de la población de entonces era analfabeta. Nos explicó cuál era el objetivo de Cervantes. ¡Un objetivo! Y ya no existen libros como los de antaño porque ya no vive gente con propósitos. Porque ahora mismo, en pleno siglo XXI, no hay un elevado porcentaje de analfabetismo pero sí de carencia de metas. Ya nadie pretende escribir enunciados rotundos, fuertes, importantes y profundos que tengan un fin que no sea convertirse en el próximo “best seller”. Sé que el arte no ha muerto, quizás debamos sólo replantearnos qué es arte.


Sé que la historia se escribe, que no es ficción, que sólo es cuestión de tiempo que alguno hable de nosotros como hablamos nosotros de nuestros antepasados, pero lo que sí sé, por penoso que sea, es que la literatura ha muerto."

viernes, 26 de septiembre de 2008

"¿Piensan los jóvenes?"


Mientras termino de releer "La aventura de ser maestro", cuelgo el útimo epígrafe de un artículo. Es de Jaime Nubiola (La Gaceta de los Negocios, 20 de noviembre de 2007).





"Resulta muy peligroso —para cada uno y para la sociedad en general— que la gente joven en su conjunto haya renunciado puerilmente a pensar. El que toda una generación no tenga apenas interés alguno en las cuestiones centrales del bien común, de la justicia, de la paz social, es muy alarmante. No pensar es realmente peligroso, porque al final son las modas y las corrientes de opinión difundidas por los medios de comunicación las que acaban moldeando el estilo de vida de toda una generación hasta sus menores entresijos. Sabemos bien que si la libertad no se ejerce día a día, el camino del pensamiento acaba siendo invadido por la selva, la sinrazón de los poderosos y las tendencias dominantes en boga.



Pero, ¿qué puede hacerse? Los profesores sabemos bien que no puede obligarse a nadie a pensar, que nada ni nadie puede sustituir esa íntima actividad del espíritu humano que tiene tanto de aventura personal. Lo que sí podemos hacer siempre es empeñarnos en dar ejemplo, en estimular a nuestros alumnos —como aspiraba Wittgenstein— a tener pensamientos propios. Podremos hacerlo a menudo a través de nuestra escucha paciente y, en algunos casos, invitándoles a escribir. No se trata de malgastar nuestra enseñanza lamentándonos de la situación de la juventud actual, sino que más bien hay que hacerse joven para llegar a comprenderles y poder establecer así un puente afectivo que les estimule a pensar."

jueves, 25 de septiembre de 2008

El factor tiempo: un breve comentario.

"Dar tiempo al tiempo, ahí está el secreto.
Y evitar calificaciones que son como apellidos, unidos al nombre para siempre:distraído, no se entera,va a la suya, no sabe lo que es trabajar...
Y profesores: se lo comen, va de colega y no conseguirá nada, no quiere tener problemas...
Tiempo al tiempo.
Podría escribir una lista larga larga de profesores excelentes que al comienzo no apuntaban maneras, y de alumnos magníficos profesionales hoy, que en su momento no daban un palo al agua.
Lo dicho: tiempo al tiempo"

(Mireia Lodroño)

miércoles, 24 de septiembre de 2008

La aventura de ser maestro. El factor tiempo.


Estoy leyendo una ponencia del Profesor Dr. José M. Esteve. El título: "La aventura de ser maestro" (XXXI Jornadas de Centros Educativos. Pamplona , 4 de febrero de 2003).


Igual alguien me toma por loca si confieso que me emociono con su lectura. Pues sí, me emociono. Es un ensayo escrito para que sirva, para que sea útil. Ni un atisbo de lucimiento personal, ni una alusión a tópicos desgastados.


Me lo ha pasado Mireia Lodroño y creo que no debo quedármelo para mí. Pero es suficientemente largo como para transcribirlo entero y de una atacada. Así que lo voy a ir dosificando, como las perlas de Gracián. Y empiezo ... por el principio ... por los inicios de este insigne profesor.


"Como casi todo el mundo, yo me inicié en la enseñanza con altas dosis de ansiedad; quizás porque, como he escrito en otra parte, nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprehenderlo nosotros mismos por ensayo y error. Aún me acuerdo de mi primer día de clase: toda mi seguridad superficial se fue abajo al oír una voz femenina a mi espalda: "¡Qué cara de crío. A éste nos lo comemos!". Aún me acuerdo de mi miedo a que se me acabara la materia que me había preparado para cada clase, a que un alumno me hiciera preguntas comprometidas, a perder un folio de mis apuntes y no poder seguir la clase... Aún me acuerdo de la tensión diaria para aparentar un serio academicismo, para aparentar que todo estaba bajo control, para aparentar una sabiduría que estaba lejos de poseer...


Luego, con el paso del tiempo, corrigiendo errores y apuntalando lo positivo, pude abandonar las apariencias y me gané la libertad de ser profesor: la libertad de estar en clase con seguridad en mí mismo, con un buen conocimiento de lo que se puede y no se puede hacer en clase; la libertad de decir lo que pienso, de ensayar nuevas técnicas para explicar un tema, de cambiar formas y modificar contenidos.


Y con la libertad llegó la alegría: la alegría de sentirme útil a los demás, la alegría de una alta valoración de mi trabajo, la alegría de haber ecapado a la rutina convirtiendo cada clase en una aventura y en un reto intelectual"







domingo, 21 de septiembre de 2008

Mireia Lodroño aclara qué es comprender. Gracias.


Comprender es :

empezar a ejercitar el pensamiento,

hacer propio ese conocimiento,

relacionarlo casi inconscientemente con lo ya comprendido,

tener visión crítica ,

disentir si es necesario,

desarrollar aquel concepto yendo muuucho más allá de lo que nos han dicho en clase...


En fin.
Tuve un profesor de Filosofía que nos decía en clase: "Señores, quien bien concibe, bien pare".

Pues eso.

El profesor era aragonés, sí.

jueves, 18 de septiembre de 2008

El 68 de Gracián




Transcribo un párrafo:

"Hacer que comprendan. Es más importante que hacer recordar."



Con permiso de Gracián, me detengo aquí . Recordar y comprender... equiparable con la epidermis y la dermis. Una enseñanza epidérmica sólo llega a un sentido interno, pero sentido al fin y al cabo: la memoria. La memoria es semejante a un almacén de imágenes que, como la fotografía, amarillea con el tiempo. Es necesario taspasar ese umbral , penetrar en el intelecto. Si no, cualquier rato, tomando el sol ... nos quemamos y nos pelamos. Y de aquella epidermis sólo queda un vago vestigio.


Penetrar en la dermis del conocimiento. Los que tenemos enfrente deben conseguir ir más allá de la imagen, de la envoltura. Comprender. Luego la actitud del enseñante es obvia: hacer inteligible la materia sin renunciar a la excelencia. ¿Encaje de bolillos? Nadie ha dicho que sea sencillo. Ser educador no es sencillo. Es , ni más ni menos, aquél que tiene en sus manos la posibilidad de que el otro sea ignorante...o no; que el otro tenga recursos para avanzar en el conocimiento... o no; que el otro se ilusione con seguir avanzando... o no.


Disculpen una incursión que ejemplifica. Principio de curso. Materia de esas que se repiten cada año . Un alumno interviene: "¿Podría volver a explicarlo?. No lo he entendido". Respuesta: "Ya deberías saberlo. Se dio el curso pasado" ¿Y?. Probablemente, un alumno reservado... tímido... no volverá a preguntar más. Y se quedará con una laguna por un hecho puntual y desafortunado.


Es cierto que un alumno preguntón rompe el ritmo de una clase explicativa. El arte del docente-la docencia debería alcanzar la categoría de arte-es saber discernir entre una duda real y la actitud de un alumno que se dedica a reventar las clases.


Una duda real, auque sea personal, puede resolverse en el momento porque se intuye que puede ser una duda general. O puede resolverese al final de la hora de clase. Pero jamás podemos dejar a un alumno con la duda. El alumno está en clase para aprender. Si no, con el libro de texto que ha costado el ojo de la cara y medio del otro sobraría y bastaría.
...
Suavizo con una "enmienda" a modo de postdata. Todos, algunos más que otros, hemos caído alguna vez en ese error; por cansancio, por rutina, por bloqueo, por... Lo fundamental es saber que es un error. Ahí arriba figura esa mano que agarra unas flores. Metafórico. Pasamos a pasiva. Flores que son agarradas por una mano ... y añadimos... por una mano que necesita aprender cómo agarrarlas y qué es exactamente lo que agarra.














martes, 16 de septiembre de 2008

¿Caben los diferentes?


No es un tema marginal. Cada vez hay más. Y no hay suficientes herramientas.


Un viejo artículo. No soy capaz de releerlo sin sentir una punzada en un lugar indeterminado.


“Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son”. (Lincoln) .


Y a partir de ahí, a partir del momento en que el ser humano se asoma a la vida, tiene la posibilidad de serlo todo o no ser nada. De aprovechar el impulso de la marea alta o dejar que las olas mueran a sus pies. No, no se trata de tener “suerte”; la “suerte” no existe. Existe el tesón, la constancia, el trabajo, la lucha. Si a eso le llamamos suerte, pues bendita suerte la que llena nuestras manos de infinitas capacidades para hacer con ellas lo que libremente decidamos. Como el barro informe en manos del alfarero, podemos moldear una y otra vez hasta que de nuestros dedos se deslicen las figuras más bellas... o por el contrario, darnos por vencidos y lanzar nuestras capacidades al vacío.


Pero...¿qué pasa con los “diferentes”?, ¿con los que no cumplen los parámetros para ser considerados disminuidos psíquicos, físicos o sensoriales?. ¿Qué sucede en los casos de trastornos de la personalidad en los que las capacidades intelectuales no se ven afectadas?. ¿ con los que no encajan en una escuela “normal”(porque no encajan, por mucho que nos empeñemos), ni les corresponde ir a una escuela “especial”?.
¿ Les hacemos un hueco, los metemos a presión, con “calzador” y procuramos que molesten lo menos posible? Es para nota si además procuramos que no sean molestados. De todas formas, no nos engañemos; son molestados, ridiculizados, humillados en público, marginados (no vaya a ser que distorsionen el buen ritmo de los “normales”). Los “diferentes” interesan poco porque invertir en su educación no compensa .¿Qué servicio prestarán el día de mañana?. No, evidentemente no serán productivos, ni competitivos. Con mucha “delicadeza” los apartamos un poco, después los arrinconamos y más tarde nos olvidamos -¡qué alivio!- para, finalmente abandonarlos a su suerte.


Me temo que vivimos en una sociedad de modelos preconcebidos y “ellos”, los más débiles, no son útiles. Ellos no han tenido “suerte”. Con las manos casi vacías y unos dedos torpones a ellos las figuras les salen poco agraciadas. No llegan a ser deformes...pero ¿a quién le interesa adquirirlas si no las podríamos colocar ni siquiera en un estante de chiringuito de feria?

Echo mano de unas palabras del humanista por excelencia de nuestro siglo, Juan Pablo II: “Si falta la caridad todo será inútil”.La caridad es universal y tiene que manifestarse en cada ser humano. “Nadie puede ser excluido de nuestro amor.”

Afortunadamente, los padres de los “diferentes”, a base de sufrir, se les ha ensanchado la capacidad de amar. Dios les dé larga vida . Hoy por hoy, son el único ámbito en el que estos seres tan especiales como entrañables son aceptados, queridos por el mero hecho de que son , de que existen.